Superpapis de Corazón

domingo, 25 de junio de 2017

ADULTS ONLY

Ya está aquí la temporada de verano, y últimamente se están poniendo de moda los hoteles en los que no se admiten niños. Hoteles, restaurantes, incluso alguna playa... en fin.


A ver, personalmente, no me gusta demasiado esa sectarización. Creo que la sociedad está desarrollando ciertas intolerancias para sustituir a otras (el racismo, el sexismo, etc). Ahora el blanco son los niños.

En primer lugar, he de aclarar una cosa: soy maestra y me encantan los niños. Pero eso no quita que cuando salgo  a cenar o a comer con Superpapi o con mis amigos me gusta hacerlo tranquila, y desde luego no me apetece tener a un niño maleducado molestando alrededor. 

Sin embargo, no debemos olvidar que los niños SON NIÑOS a los que hay que educar, es decir, es responsabilidad de los padres enseñarles que hay que comportarse de determinada manera en los espacios públicos, y que por supuesto, no deben estorbar a la gente que se encuentra a su alrededor.

Hemos llegado a un punto en el que el concepto de crianza natural se ha confundido con el todo vale y el niño que haga lo que le dé la gana. No es así como funcionan las cosas. 

A un niño hay que guiarle, enseñarle lo que es correcto y lo que no.

Y hay muchas maneras de hacerlo. Muchos padres creen que decirle al niño cómo debe comportarse significa marcarle una disciplina excesiva (en recuerdo de la época de Franco y la represión). Nada más lejos de la realidad.

La crianza natural se basa precisamente en eso, en ayudar al niño a desarrollarse como un individuo con unos valores universales, respetando sus RITMOS y NECESIDADES. Y aquí surge otro error común. El quid de la cuestión se halla en saber distinguir las NECESIDADES del niño, sin confundirlos con sus CAPRICHOS o DESEOS, porque, definitivamente, NO SON LO MISMO.

Resulta curioso que en la misma época en la que se están habilitando playas para los perros, se estén cerrando otras al acceso de niños. 

¿En qué posición deja esto a los adultos?

Me parece muy bien que haya gente que no desee convivir con niños durante sus vacaciones, pero yo también preferiría evitar compartir mis viajes con ciertos adultos desagradables, y sin embargo no puedo ir a la agencia de viajes y solicitar que me reserven habitación en un hotel donde no se admitan personas maleducadas, impresentables o antipáticas. ¡Los hoteles perderían mucho dinero!

En resumen, opino que los adultos deberíamos reflexionar un poco y volver a aprender a tolerarnos los unos a los otros, ya que vivimos juntos en el mismo planeta. 

Aunque algunos vivan en otro mundo.